Tiñen su estatua con pintura roja; en el monumento, el conquistador pisa la cabeza de un indígena. Es una glorificación cruel del genocidio y un insulto para México
, justifican en un comunicado los presuntos responsables
Viernes 13 de agosto de 2010, p. 40
Madrid, 12 de agosto. Tinta roja y un mensaje tanto ético
como estético
: hay que replantear la estatua de Hernán Cortés en su pueblo natal, Medellín, en Extremadura, por ser un gesto cruel y arrogante
con los pueblos originarios de América. En el monumento, construido a finales del siglo XIX y que recibió el aval de las autoridades públicas y religiosas, aparece el conquistador español vestido de uniforme militar, con gesto altivo y heroico y con su pie izquierdo sobre la cabeza de un indígena mexicano, al parecer azteca, y otros símbolos religiosos de la cultura precolombina.
Seguramente fue venganza por el empate del Tri frente a la selección española en el mismísimo estadio AZTECA, en pleno festejo bicentenario. ¡Tengan su furia roja!. Esa otra conquista no se puede tolerar.
Hernán Cortés casi 500 años después, sigue impune hasta las barbas, conquistador criminal de guerra al que los Aztecas en un principio confundieron con Quetzalcoatl y después se dieron cuenta que no era mas que un gandalla halcón del imperialismo español que traía como misión hacer de este país una nación tercermundista con una selección mediocre de futbol y donde se permitieran las corridas de toros.