jueves, 11 de agosto de 2011


SACATRIPAS CO-MENTA:

No cabe duda: cada loco con su tema.

En este mundo apocalíptico ya no puede uno confiar ni en sus propias células, puesto que justo ahí, entre leucocitos, amibas y triptofanitos, puede estar escondida la más grande amenaza que la humanidad jamás haya enfrentado (después de la caída de las bolsas de valores, claro). Y no me refiero al clembuterol, al colesterol malo, malo acumulado en la aorta o a los cisticercos de los tamales de perro y de gato, sino a una calamidad que ni el mismísimo Nostradamus, la Giovanita o el gurú del Fuá hubiesen podido imaginar en sus peores pasones.

Afortunadamente un grupo de lúcidos ciudadanos descubrieron a tiempo lo que tramaban los mestros del TEC de Monterrey, quienes en complicidad (seguramente) con científicos de la NASA, investigadores del CERN, del COLMEX y del CONALEP, estos a su vez asesorados por inteligencias extraterrestres entre las que se encuentran los lagartianos, algunos masones y el tal Cráneo Rojo, planeabancrear ¡nanocyborgs!, osea, microscópicos Terminators del tamaño del moco de una pulga que penetraran las mentes de los seres humanos convirtiéndonos a todos en cyber-zombies-hipsters, controlándonos como estúpidas marionetas con el único propósito de... mmmm no sé, quizá perder más tiempo de vida en Feisbuc o Tuiter.

Como sea, a esos subnormales (extraña combinación entre Sheldon Cooper y The Unabomber) que tanta adversión le tienen a la nanotecnología, mejor se les hubiera ocurrido salir a quemar unos cuantos Ipods nano y no hacer lo que hicieron.

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