EN TIEMPOS ELECTORALES
TODOS LOS POLÍTICOS SON SANTOS
En las temporadas del carnaval electorero le salen a las autoridades sus ansias por hacer justicia y encuentran que hay muchos políticos involucrados en acciones que pueden tipificarse como delitos.
De pronto, después de seis años, o diez, de haber dejado el poder, descubren que Tomás Yarrington, ex gobernador priista, es sospechoso de haber recibido dinero del narco...que Peña Nieto no quería pagar la alimentación de un hijo fuera de matrimonio, que AMLO no paga impuestos de su asociación civil Honestidad Valiente que la tiene vigente desde hace seis años....
Luego, en los espots de unos y de otros se dan vuelo reciclando y recordando las travesuras políticas, las incongruencias, las faltas administrativas, las mentiras y los modos groseros o dictatoriales en que han incurrido los contendientes y que estos hubieran querido mejor que se olvidaran...
Pero todas las acusaciones se van al vacío, porque, por lo mismo, por estar todos metidos en el proceso electoral, todos los acusados tienen la coartada ideal por la que se escabullen rápidamente: alegan que cualquier acusación, imputación o sugerencia que les afecte su imagen son ataques de los adversarios que incurren en la guerra sucia...y allí termina cualquier posibilidad de indagación o profundidad en el tema.
Pasada la temporada de búsqueda de huesos, todo vuelve a la normalidad y la sociedad olvida las acusaciones a los candidatos y los candidatos a su vez, ya acomodados en los puestos de elección, olvidan esos detalles...y de paso también las promesas.
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