lunes, 14 de mayo de 2012

Cualquier cosa se puede prometer
 si acaso lo prometido es un deseo de la gente. Acabar con la pobreza, generar empleos, erradicar la violencia, acabar con la corrupción,
tener banda ancha gratis.

Al fin que todos sabemos que son sólo eso,
promesas de campaña que ya ni siquiera nos sorprende que no se cumplan. Lo que nos sorprende es que nos escatimen las promesas. Vivimos de ellas y luego su incumplimiento nos da el pretexto para mandar al diablo al prometedor falsario y esperamos que el que lo sustituya nos traiga otra canasta de...promesas.
Así, por siempre.

¡Viva México, chingao!

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