Tan simple como el “pásate la désa”
En su Paralaje sabatino, a propósito del avionazo del 4 de noviembre y su secuela de informaciones y especulaciones, Liébano Sáenz planteó una doble paradoja:
… es la primera vez que, ante un incidente de tal naturaleza, se ha vuelto socialmente incorrecto afirmar que no se trató de un accidente…
Siempre que se trata de personajes relevantes, amplias capas de la sociedad tienden a la incredulidad y patalean por su derecho a dudar y especular (“aquí hay gato encerrado…”).
Hace una semana, en este mismo espacio, se diagnosticó como “idiotez” el suponer que los informes de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes fueran falsos, pues tendría que precederlos una conspiración multinacional y multidisciplinaria, toda vez que son decenas los expertos y peritos de autoridades públicas y autónomas de al menos cuatro países (Estados Unidos, Canadá, Inglaterra y México) los involucrados en las investigaciones.
Una de las más deslumbrantes babosadas que se han aventurado fue cometida el jueves (víspera del sobrecogedor informe del secretario Luis Téllez) por uno de los promotores del fantasioso “crimen de Estado” contra el cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, José Antonio Ortega Sánchez (abogado del sucesor del purpurado en Guadalajara, Juan Sandoval), quien afirmó que al avión venido a pique pudo haberlo derribado “un misil”.
Al autor de estas líneas le llegaron correos con lindezas de catálogo, entre las que resalta la de que los ocupantes de la aeronave ingirieron algún tipo de ácido mezclado en sus bebidas, y que fue la corrosión “por dentro” lo que dificultó el reconocimiento de los cadáveres.
Otra que refulge tiene que ver con un misterioso “mensaje”, a saber: quienes fraguaron el supuesto “sabotaje” se aseguraron (quién sabe con qué propósito) de que el avión cayera entre la Fuente y la Torre de Petróleos y cerca de Los Pinos.
¡Gulp!
Buena parte del onanista juego de las adivinaciones continúa dándose porque en cada mexicano hay un guadalupano, pero también un incrédulo, y el gobierno (sin proponérselo) sabotea a los desconfiados que reaccionan como diciendo: “No limites mi capacidad de especular y de decir lo que yo crea”. No están dispuestos a digerir los argumentos y ahora, ante las evidencias, combatirán desde el clóset la cruda realidad:
La fatalidad se dio como suelen ocurrir las cosas en la real administration pública y privada, donde el “pásate la désa” es lógica de operación.
Por eso no pudo ser mejor la forma como Liébano tituló su columna con la desesperada y angustiosa pregunta del piloto al copiloto: “¿Álvaro, ¿qué hacemos, Álvaro...?”.
Pese a todo, ante las apabullantes revelaciones del viernes, el derecho a ponerlas en entredicho tiende a prevalecer, así sea entre devenidos incrédulos de clóset.
El reto es descomunal: ¿qué patraña se podrá inventar contra el “Diosito…” final de la grabación?
Se acabó el tiempo para especular.., al menos en este blog. Las supuestas verdades sobre el supuesto accidente del supuesto secretario de supuestas comunicaciones y transportes no nos harán dejar de sospechosear.
Mañana conoceremos aquí la mera, mera verdad, formulada por los expertos incrédulos lectores de Sacatrapos.com
5 comentarios:
No sé si no he leído bien el encabezado del blog, pero, por ventura Carlos Marín se ha vuelto colaborador del blog?
Carlos Marín colaborador de Sacatrapos????? (inserte aqui grandes rizotadas) (inserte aqui emoticon riéndose a carcajadas)
Sería buena idea que Sacatrapos le mandara una invitacion para colaborar jeje
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(inserte aquí máscara de tragedia griega)
Carlos Marin no es colaborador ni será colaborador de Sacatrapos, es colaborador en esta ocasión porque lo que escribe, según los estándares de calidad sacatraperos ISO-16000, está recomendable.
(inserte aquí su moneda)
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