Y EL GANADOR ES...

LOS MÚSICOS ESPINADOS

- Oye Nati... ¡¡¿ya les viste las piernas a los invitados?!!-le dijo Aristeo, a quien se le estaban esfumando los efectos del alcohol por el miedo que sentían en ese momento.

Don Nati dirigió su vista hacia abajo para confirmar que, como le habían dicho sus dos compadres, los invitados a la boda no sólo eran personas que ya habían muerto, sino que en lugar de pies, tenían garras de ave. En ese momento, la lucidez le regresó al cuerpo.

-¡¡Ave María Purísima!!-gritó don Nati.

Don Natividad García era un campesino que trabajaba en su milpa, en el municipio de Tlalpujahua, en la sierra de Michoacán. Junto con su compadre Aristeo Téllez y su mutuo amigo Eliseo Nuñez se dedicaban a amenizar las fiestas de las rancherías cercanas tocando sones y música purépecha, ya fuera en bodas, bautizos o cumpleaños. Don Nati tocaba el violín, Aristeo prefería tocar el guitarrón y Eliseo hacía lo suyo con la guitarra.

Pero estos tres alegres compadres tenían un gran defecto: eran borrachos como ellos sólos.

Trabajaban en sus tierras sembrando maíz y aguacates, la música era su pasatiempo. Pero apenas les pagaban por tocar en dichas festividades, se iban a beber a las pulquerías de Angangueo, San Francisco y San Joaquín.

Los fines de semana desaparecían para su familia. Recuerdo que cuando preguntábamos por el tío Nati, sus hijos nos respondían "Ah, fue a tocar a Santa María...", y comprendíamos que no regresaría sino hasta el lunes en la mañana. Mi abuelo Luis siempre les dijo a Los Tres Compadres (como se le conocía a su grupo musical) que dejaran de beber, pues sus familias no sólo necesitaban el dinero, sino que preocupaban a sus hijos y esposas (Nati y Aristeo eran casados, Eliseo era soletro y vivía con sus padres) durante los días enteros que se ausentaban. Ellos hicieron caso omiso: el pulque con azúcar, el tequila y el aguamiel eran delicias que no perdonaban cada fin de semana. Y no iban a dejar de beber sólo porque el abstemio primo de Nati les quería dar "clases de catecismo".

Los Tres Compadres fueron famosos en El Llanito, pueblito perteneciente a San Francisco de los Reyes. Los campesinos, aparte de ser barriles sin fondo, eran muy hábiles con los instrumentos y parecían conocer si los invitados querían bailar o sólo disfrutar la música. Al terminar la fiesta, los organizadores (que ya los conocían) les pagaban el precio acordado y un itacate para sus familias. Los Tres Compadres vendían la comida para financiar más alcohol.

Pero en el año de 1929, Eliseo comenzó a tener problemas con sus padres, que se habían preocupado por su alcoholismo. Él, por su parte, no quería dejar de beber y, siendo soltero, pasaba más y más tiempo en la cantina. Nati y Aristeo, viendo los problemas en su vida, le aconsejaron que no peleara con sus padres:

-Nos vas a traer la mala sal, Eliseo...-le advertía Nati, pero todo pareció seguir igual.

Un día, hubo un entarimado en Zenguio, a una distancia considerable de su hogar, y ya era tarde cuando terminó. Los Tes Compadres fueron a amenizar la fiesta (que era el cumpleaños del ahijado del presidente Municipal) y, obvio, regresaban a su casa ebrios ya trompicones. Fue entonces que se encontraron al "Caporal".

En el camino, empedrado y terregoso, vino a su encuentro un hombre a caballo, armado, vestido con un traje de charro de color negro con botonaduras de plata. Era un hombre corpulento, de bigote, barba y cejas espesas. Quizá era el alcohol o la poca luz, pero les parecía a los compadres que sus ojos, de aspecto extraño, brillaban a la luz de la Luna.

-Oigan muchachos, vengan a tocar a mi fiesta -les dijo el Caporal-. Los músicos que contraté me quedaron mal, y yo soy hombre de palabra. No le puedo dejar aburridos a mis invitados.
-Uy patrón, si ya nos vamos a casa -le contestó Nati-. Vivimos lejos, en El Llanito, y si no nos vamos ahorita no llegaremos pa'l desayuno.
-Vengan -insistió el Caporal-. Les pagaré 300 pesos, y además les daré dos y media medidas de trigo para que las siembren, ¿qué les parece?

La tentación, obviamente, era muy grande, pero a pesar de su estado etílico, no confiaban en esta persona. Había algo raro en él que les animaba a decir no.

-No patrón, mire, no le queremos quedar mal nosotros, pero traemos los instrumentos y somos tres -espetó Aristeo-. ¿Cómo nos vamos a ir a su fiesta, si ya es tan noche?
-Por eso no se preocupen -dijo el Caporal. Al instante los tomó a los tres por sus gabanes, y los subió a su caballo. Los Tres Compadres se extrañaron por esto, pero no se atrevieron a decirle algo al Caporal-. Mi fiesta es lejos, pero llegaremos pronto.

Don Nati cerró los ojos por el frío de la sierra que de repente se hacía más gélido y, en un parpadeo, estaban ya en la fiesta.

Los Tres Compadres bajaron del caballo y se encontraron en un entarimado enorme, que celebraba una boda. Había muchísima gente, pues parecía que el Caporal era una persona muy pudiente. La mayoría de los invitados eran personas vestidas elegantemente, los sirvientes vestían con la misma elegancia, el alcohol se bebía a manos llenas.

-Ahora sí muchachos, tóquennos algo alegre, pa' bailar. ¡Ah! ¡Y muy fuerte, toquen mucho, que los invitados los estaban esperando! -les pidió el Caporal, llevándoles tres botellas de tequila a los amigos.

Contentos por la bebida, Los Tres Compadres comenzaron a tocar. Y los invitados, gozosos, fueron al entarimado a bailar.

Los Tres Compadres tocaron y tocaron, y cada que terminaban una canción, bebían alegres sus botellas de tequila. Los sirvientes les llevaron de cenar churipo (un caldo con carne, típico de Michoacán) y se alegraron de haber asistido a la fiesta.

Pronto se arrepentirían.

Eliseo, el muchacho, comenzó a prestar atención a las personas que habían ido a la boda. Le parecía que, extrañamente, los conocía, pero no podía ubicarlos.

-Oye Aristeo, ¿no es ese don Ramón Bastida? -le preguntó Eliseo a su amigo, sin dejar de tocar. Aristeo le contestó por inercia.
-No bruto, don Ramón está muerto.

Sin embargo, Aristeo se fue percatando del extraño parecido físico de los invitados con las personas de El Llanito que habían fallecido.

-¡Mira, ahí está Sabina Hernández! -insistió Eliseo, sin dejar de tocar-. ¡Y lleva seis años muerta!
-O-oye, y ese parece don Pedro Moreno, el cubano. ¿Qué no se murió con la creciente? -afirmó Aristeo.
-¡Allá está el cura Fermín! Se murió cuando yo era niño.
-Y ese es Odilón Guzmán. ¡Lo amtaron a tiros la semana pasada!

Aristeo se acercó al tío Nati y le dijo acerca de lo que él y eliseo habían descubierto.

-Oye Nati, ¿qué ese no es Pablino, tu ahijado que se murió de las fiebres?
-Hombre, qué dices -respondió Nati-. Mi ahijado está muerto.
-¡Pero velo, ahí está bailando!

Don Nati se fijó en el parecido con su ahijado. A Los Tres Compadres se les estaba bajando la borrachera poco a poco. Sin dejar de tocar, estaban cada vez más asustados.

-¡Mira, ahí está Sabina! -dijo Nati a Aristeo-. P-pero, pero no puede ser. Ella está muerta.
-Aristeo... mira... -le dijo Eliseo a su amigo-. Los invitados tienen patas de guajolote...

Aristeo miró a los invitados desde el entarimado, pero esta vez no a las personas, sino a sus extremidades inferiores.

- Oye Nati... ¡¡¿ya les viste las piernas a los invitados?!!-le dijo Aristeo, a quien se le estaban esfumando los efectos del alcohol por el miedo que sentían en ese momento.

Don Nati dirigió su vista hacia abajo para confirmar que, como le habían dicho sus dos compadres, los invitados a la boda no sólo eran personas que ya habían muerto, sino que en lugar de pies, tenían garras de ave. En ese momento, la lucidez le regresó al cuerpo.

-¡¡Ave María Purísima!!-gritó don Nati.

Y al pronunciar esta oración, los invitados parecieron tropezar y caer. Desaparecieron... parecía que se los tragó la tierra.

Don Nati despertó de el estado de inconsciencia por el fuerte dolor que sentía en el cuerpo. Él y sus dos amigos estaban al fondo de un barranco, aún cerca de Zenguio, llenos de arañazos (extrañamente parecidos a garras de ave), golpes y heridas, muchas de ellas profundas. Tenían el cuerpo cubierto de las espinas de los magueyes y nopales contra los que chocaron en su caída, que crecen los barrancos de la Sierra de Michoacán.

Por eso, cuando mi tío Nati nos advertía de los peligros del alcohol y de ser malos con nuestros padres, nosotros los niños pequeños no le creíamos ni una palabra... hasta que nos mostraba las heridas de su cuerpo, que le habían hecho tomar la decisión de jamás volver a beber.

BLOGGERO ZETA. 29 de octubre de 2008 19:01

Y ESTE ES EL MOMENTO DE LA PREMIACIÓN:

El jurado compuesto por Aira, Tazy, Café Inalámbrico y el monero Kabeza evalúo todos los realtos y votó para que el ganador de este concurso fuese el bloggero Zeta. Perdonen la demora en dar a conocer los resultados pero es que, en el transcurso de la madrugada, tuvimos algunos problemas con el PREP, nuestros algoritmos tuvieron un comportamiento bastante peculiar, ya que, al ir encabezando la contienda MARITZAC, de pronto se vino abajo su ventaja de 4 puntos para quedar por debajo de ZETA con apenas el 0.5% Estas cosas a veces suceden.

Las menciones honoríficas van para:

MARITZAC
EL_NEO
RICARDO
JOTA PE (sus amenazas con el clásico estilo del narco, influyeron un poco).

En fin. Felicidades a ZETA y muchas gracias a nuestro excelentísimo jurado. Un aplauso a ellos que soportaron presiones, mentadas, sobornos y se chutaron todos los relatos palabra por palabra y coma por coma.

¡Gracias a todos los participantes!.
La revancha es el próximo año, Dios mediante.